Volar en la Capadocia

26 Nov 2007 por Daniel García Peris

Nos levantamos de madrugada, antes de la salida del sol, a oscuras, cogemos el microbús para acercarnos al lugar de despegue de los globos, el incomparable valle de Göreme.

Allí mientras observamos como los pilotos y ayudantes despliegan las telas inmensas, de colores vivos y llamativos. Colocan las cestas tumbadas en el suelo para empezar a calentar el aire de dentro del globo poco a poco. Las telas empiezan a cobrar vida iluminadas por las llamas del gas y nos sorprende la cantidad de globos que despegan al mismo tiempo.

Nosotros mientras tanto tomamos el indispensable te de manzana turco con unos pastelitos para desayunar un poco y entrar en calor, ya que a pesar de ser en septiembre hace fresco. Al mismo tiempo nos impacientamos esperando al guía que nos indicará en qué cesta nos colocamos.

Finalmente todos los globos están inflados y los grupos organizados para empezar a colocarnos dentro de la cesta. ¡Por cierto cestas de 16, 24 y hasta 36 personas! Nos elevaremos lentamente mientras el fotógrafo de la compañía nos hace fotografías como uno desesperado.

El espectáculo es impresionante. La salida del sol mezclada con los colores de la Capadocia y de los globos elevándose no tiene precio. Bien, sí que tiene, 150 EUR por cabeza, pero vale la pena vivir la sensación de volar. Como un pájaro que vuela a ras del suelo, sin ruido, arriba y abajo, esquivando el valle de la Capadocia con sus formas caprichosas. Ver a vista de pájaro las ciudades esculpidas en la roca, decoradas con plantaciones de viña y árboles frutales, gente que camina…

El aterrizaje es bien curioso, pues para ahorrarse el esfuerzo de mover toda la cesta se ayudan del globo. La sitúan sobre el remolque con todos los pasajeros a dentro en «landing position«, tal y como no se cansan de decir, en el poco inglés que conocen los pilotos turcos.