Daniel García Peris – Blog

El Enoturismo se define como la actividad turística relacionada con el vino y el cava, pero bajo esta apreciación genérica se abre un abanico muy amplio de modalidades. Una de las más genuinas es conocer el proceso de elaboración, pero que intrínsecamente no deja de ser una opción más de turismo industrial. Esta es la manera como Bodegas Torres muestra con éxito sus instalaciones en Pacs del Penedès. De hecho el Centro de Visitas Torres acaba de cumplir 17 años, convirtiéndose así en uno de los reclamos enoturísticos más veteranos en el Penedès, y que rivaliza en relevancia con las tradicionales cavas Codorniu y Freixenet de Sant Sadurní d’Anoia.

Había visitado Torres dos veces anteriormente, una hacía bastantes años como un turista más y otra con el trabajo de documentar la visita turística. Recientemente, con motivo del 17º aniversario del Centro de Visitas y a través de la prensa comarcal, me enteré de la promoción de una visita gratuita para todos los habitantes del Penedès. Sólo tenías que llamar previamente para reservar e indicar tu población. Me pareció una excelente acción que había que apoyar y para allá que fuimos. , Además así podría también analizarla en este post.

De esta forma me gustaría destacar en sentido crítico una de las fases turísticas que a menudo no se vigilan suficientemente: la recepción del visitante. Este punto un poco olvidado es importante, pues es donde empieza realmente el producto turístico, prácticamente desde la llegada al parking. Así pues después de admirar la prensa de vino de la entrada, la primera impresión que tuvimos no fue buena pues la chica que nos atendió no tenía ningún conocimiento de la promoción y tuvo que resolverlo con una llamada. Además no hablaba catalán y en un espacio de atención al visitante es evidente que cuanto más idiomas nos dirigimos mejor imagen daremos, y aún más si hablamos de la lengua propia… La sala de recepción es muy amplia, pensada para grupos y algo fría, con detalles de otra época pues seguramente no se había modificado desde sus inicios. Estos fueron gracias al impulso al turismo a raíz de las Olimpiadas de Barcelona 92. Entonces no se hacían impresiones de gran formato a color ni tampoco se estilaban los paneles de este tamaño sino unos pequeños cuadros informativos. Así se ha quedado desde entonces. De hecho esta línea de los 90 continúa en las sugerencias de visitas al no facilitar la web de ninguna de ellas.

Estos detalles hacen que los 10 minutos de espera de la guía se hagan largos. Posteriormente pasamos al Auditorio para ver la historia de las bodegas y de la familia Torres. Este vídeo sí que está actualizado, con una explicación exhaustiva del grupo empresarial familiar, pero al igual que este tipo de material en grandes bodegas y cavas es más bien un vídeo publicitario corporativo que no turístico. Una vez finalizada la proyección nos dirigen hacia el Túnel de las Estaciones. Allí tenemos una muestra audiovisual de la vida de la vid a lo largo del año, incluidos los diferentes aromas que puedes oler en los campos. Es una atracción que también sirve para "encochar" al visitante en el tren turístico. A pesar de no haber tenido variaciones desde que se abrió, esta actividad multimedia es un gran acierto y siempre sorprenderá la primera vez. A continuación se inicia el recorrido del Tren Torres, con audioguía en muchos idiomas y que hace la visita realmente cómoda. Enseguida vamos a visitar la Bodega Waltraud, la "joya de la corona" de Torres desde 2007. Entramos dentro sin bajar del vehículo en ningún momento. Después de unos pocos segundos totalmente a oscuras, comienza la explicación. Mientras recorremos la nave circular se produce la presentación de diferentes vinos a cargo de hologramas bien resueltos, para acabar mostrándonos todas las barricas. Es la mejor parte de la visita y eso se nota en los comentarios de los visitantes, sobre todo los más pequeños.

Salimos de esta bodega de estética muy moderna y proseguimos la visita en Bodegas Torres. Aquí tenemos la parte más "industrial" de la visita. Puedes observar las instalaciones: las básculas que pesan los remolques, la maquinaria para calcular el grado de la uva, lagares donde descargan los tractores, los depósitos de acero inoxidable y finalmente pasamos por la cadena de embotellado. Siempre sin bajar del tren y además sin paradas. Habría pero que incorporar algunas pausas para tomar fotografías. Este es uno de los mejores recuerdos que valoran los turistas, es en beneficio de su experiencia y en definitiva de la publicidad de las bodegas. Aún así no me puedo quejar de todas las fotografías que "cacé" al vuelo y las cuales recomiendo ver para completar esta entrada.

Bajamos del tren una vez llegados nuevamente el punto de partida. Unos paneles nos informan de la conciencia ecológica de la empresa, la cual también hemos podido observar en el recorrido con placas fotovoltaicas en el techo de las naves, por ejemplo. La visita termina con una cata comentada, cava para los adultos y más para los pequeños. Si es un grupo numeroso cuesta un poco seguir la explicación de la guía. Como no podía ser de otra manera antes de la salida pasamos por la tienda especializada con el producto propio y la tienda de souvenirs. En la primera lo mejor de Torres está a nuestro alcance. En la segunda me sorprendió por estar bien surtida de merchandising de todo tipo pero sólo de la marca propia. Eché de menos una parte dedicada a productos del Penedès y de Cataluña, quizás sea un indicio más de lo que nos falta para avanzar juntos en materia turística en este territorio.

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